27.11.06

Guaña-guaña

Marta decía que aquella era una noche estupenda para escuchar el “guaña-guaña” de las pardelas. Nos llevó en excursión de luna llena hacia uno de los acantilados de la isla, donde estas aves marinas ensayarían a coro su canto nocturno. Nos escondimos entre las rocas, quietos y calladísimos, esperando a que de un momento a otro empezase el gran jolgorio. Pasaron los minutos y nada. Las aves seguían ahí, dormitando sobre el mar y sin abrir el pico. Había que tener paciencia. Finalmente, al cabo de un buen rato, una pardela gritó “guañaguá”. Fue un solo grito, el único grito en toda la noche, enérgico y vivo como el llanto de un bebé.

Marta tenía razón. Aquella era una noche estupenda para escuchar el “guaña-guaña” de las pardelas, sólo que ellas no consiguieron ponerse de acuerdo para comenzar el concierto.

3 comentarios:

meditada dijo...

:) En estas ocasiones es cuando valen más mil paabras que una imagen.

Anónimo dijo...

Eso es en las Canarias, ¿no?

Y*M* dijo...

Efectivamente, eso fué en las Islas Afortunadas, y más concretamente en la Isla de Lanzarote.