28.6.07

La vaca que mola

La vaca que mola
no es de donde nace,
sino de donde le pace.

22.6.07

El regalo de Silvia

El cumpleaños de Silvia había sido hace dos días. Pensé en hacerle un regalo, aunque con cierto retraso y más aún tratándose de mi novia. Aprovechando que yo ese lunes comenzaba la jornada de verano y que ahora saldría de trabajar a las cuatro, decidí darme una vuelta por las tiendas de la calle Fuencarral. Merodeando por las calles aledañas me llamó la atención una tiendecita, oscura y recóndita, por su aspecto entre café italo-brasileño y almacén argentino de antigüedades. Así que me decidí a entrar con la esperanza de encontrar una tumbona de bambú de la época colonial, una sopera de porcelana de Staffordshire o algo parecido. Nada más lejos. Se trataba de una boutique, más bien moderna y recién inaugurada, de juguetes eróticos. Una especie de sexshop descafeinado, con nombre de una tal madame que no consigo recordar.

La tienda no era muy grande. Aún así la dependienta se ofreció a darme una vuelta por la galería explicándome que era cada cosa: lencería de fantasía, cosmética comestible, lubricantes afrodisíacos, vibradores de diseño de hasta 27 velocidades... y así una bonita colección de artículos de lujo lujuriosos a precios preciosos. Incluso me invitó a untarme una muestra de ungüentos mágicos que estimulaban mi piel al contacto con las ondas del hilo de terciopelo musical de su establecimiento.

Interesante - le dije al terminar el tour - me ha parecido muy interesante, pero creo que no es el tipo de regalo que estoy buscando. Ella, que era una buena vendedora, después de haberme puesto medio cachondo con las explicaciones y consejos de uso de cada producto, no se conformó con mi decisión y me preguntó que para quién era el regalo. Yo no quería dejarla a medias, pero tampoco quería entretenerme más en aquella tienda. Así que pensé que mejor no decir que el regalo era para mi novia. Para mi abuela - le dije - es un regalo para mi abuela.